domingo, 18 de enero de 2009

El final de la espiral


No diré que fué un mal día aquel en el que me adentré en una de las espirales más peligrosas a las que jamás me enfrenté. La vida me ofrecía una rosa a cambio de mi soledad. Un buen cambio, pensé yo. Pero a veces la vida te enfrenta a retos imprevistos. Y aquella rosa era uno de ellos. Detrás de los bellos pétalos rojos seguía un largo tallo llenito de espinas en forma de la espiral de la que les hablo. Y sin darme cuenta me adentré en él. A partir de entonces tuve que luchar casi día a día por un cielo que ni era para mí ni era para él.

Pero hoy para mi calendario no es un día más. Hoy marco el día dieciocho de enero como el principio de una nueva etapa. No se si mejor o peor que la pasada. Pero lucharé por mejorar y enmendar todos los errores que antaño cometí. Hoy retomo la vida que hace un año y poco dejé de lado para perfeccionarla con lo que he aprendido estos últimos meses.

Sepa quien lea esto que no hablo de un mal tiempo, porque de todo se aprende, y nunca vendrán nada más que desgracias. Siempre tienen que ser acompañadas de algunas cosas buenas. Y las hubo, ya lo creo que las hubo.

Pero ya no me quedan más puntos y aparte en el cajón. Solo me queda un punto y final. Y aunque quisiera dejar la puerta abierta, por si algún día la vida nos perfecciona tanto como para volver y hablarles de un amor como jamás lo hubo, hoy las cierro con llave. Que ahora pienso dedicarme a limpiar mis errores de adentro, para cuando todo esté impoluto abrir las puertas de nuevo y dejar pasar a otro amor de mi vida. Que este que acaba hoy, ha sido un amor como jamás lo hubo, pero ya no lo habrá más.


Buenas noches, mi nombre es Seduard y espero les gusten mis palabras, que con todo el cariño escribo para ustedes y para los verdaderos dueños de las mismas. Encantado de conocerles.